La hoguera de las vanidades

La hoguera de las vanidades

sábado, 16 de julio de 2011

La vida en un tweet


En estos días se cumple el quinto aniversario de la puesta en funcionamiento de la red social Twitter. A lo largo de este lustro, ha protagonizado una progresión geométrica. Haga la prueba: busque “Twitter” en Google Noticias. Se sorprenderá de la cantidad de información que genera este pajarito.


No vamos a profundizar ahora en las características de esta red. Pero sí podemos subrayar el extraordinario predicamento del que goza entre la profesión periodística española. En apenas unos meses, el director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, ha difundido 8.076 tweets y ha acumulado 42.891 seguidores. El suyo es sólo un ejemplo de preboste del periodismo particularmente activo en Twitter, pero hay muchos más.


El fenómeno da lugar a situaciones curiosas. Las reacciones de importantes líderes de opinión a las principales noticias pueden conocerse al minuto. El timeline de cualquier seguidor de periodistas es un poema cuando se retransmite algún acontecimiento o comparecencia pública de especial interés. Éstos, además, suelen enredarse entre ellos en discusiones, que a veces desembocan en agrias polémicas.


No todo el mundo se sabe mover en Twitter. Los 140 caracteres marcan más de lo que parece. Tomemos por ejemplo a David Gistau. Poca gente dudará de su desbordante talento, que le ha convertido en uno de los columnistas más interesantes de la prensa española. Es, además, uno de los pocos representantes de su generación en las páginas de opinión de los grandes diarios. Sus textos rebosan lucidez. Sabe ir más allá de la capa superficial de las noticias, y verlas desde un prisma nuevo que sorprende al lector, condenado sin remedio a darle una nueva pensada a sus planteamientos. Y, sin embargo, sus tweets rara vez tienen puñetera gracia. Son comentarios en su mayor parte chocantes, que parecen contener algún tipo de guiño que, muy posiblemente, sólo su autor entiende. Se parecen a esos chistes inoportunos que alguien cuenta en una reunión social, obligando a los asistentes a esbozar sonrisas forzadas.


Su caso no es único. ¿Es Twitter un medio de comunicación? ¿Equivalen los tweets a mini-textos publicados? O, por el contrario, ¿es sólo una manera privada de expresarse entre seguidores-amigos, aunque estos no quepan en el Bernabéu?


La curiosidad me puede. ¿Qué estaremos diciendo de Twitter cuando pasen otros cinco años?