La hoguera de las vanidades

La hoguera de las vanidades

domingo, 18 de noviembre de 2012

Hablar por hablar



Algún día hablaremos de The Newsroom. Será cuando haya visto toda la primera temporada y podamos hacer un comentario global. Sin embargo, no son pocos los aspectos de la profesión periodística que aborda y que merecen unos instantes de atención.

Vamos a referirnos a uno aparecido en el episodio sexto. (Hablo de memoria y, como diría Umbral, no me voy a levantar a comprobarlo). El “anchorman” que interpreta Jeff Daniels se muestra molesto por tener que leer en su informativo algunas de las opiniones que los espectadores dejan en la página de la cadena o envían a través de las redes sociales. Esto da pie a un hilarante diálogo en el que Daniels pide a su redacción que intente imaginarse a Walter Cronkrite manteniendo su credibilidad mientras pronuncia en voz alta algunos de los muy ridículos apodos con los que estos espectadores firman sus escritos.

Resulta sorprendente que tenga que ser un dramaturgo –Aaron Sorkin- el que haya puesto de relieve un aspecto comentado informalmente en algunas redacciones, pero todavía no objeto del necesario debate en profundidad. Nos referimos, claro, al exceso de protagonismo que las opiniones del público están adquiriendo en los medios de comunicación.  Entiendo que esta crítica resulte muy incómoda y se instale de pleno en eso que se entiende como “políticamente incorrecto”. Así que vamos a hacer un esfuerzo por explicarnos bien.


“Ese libro se lo podian regalar a todos los presos de Guantanamo. No existira peor tortura y condena que obligar a unos presos a leer ese bodrio insulso.”


En estos términos se expresa un lector de la web de El Mundo. sobre las recientes memorias de José María Aznar.
“Pero que señor + inpresentable ,este prepotente de Aznar ,asi de asquerosa es la politica ¿ellos selo gusan y ellos se lo comen ?y aqui estamos las marionetas bailando a su antojo ,,y a esto llaman DEMOCRACIA ,,PARA CUANDO LISTAS ABIERTAS ,no, eso no les interesa. X que entonces el pueblo eligeria a quien quisiera ,y no a quien nos inponen ,este señor ,tendria que ser juzgado x ,crimenes de guerra ,con la que liaron con la guerra de irak,hay es donde se ve donde nos lleban estos señores prepotentes ,¿pero lo que + me fastidia ,es como manejan al pueblo ,cuando 1,obrero vota ,p.p, x que la gente se deja llebar x el voto del miedo ,¿NO ,SI ESTAMOS INSEGUROS HAY QUE VOTAR EN BLANCO ,pero no dar el voto a 1, derechona hipocrita ,y prepotentes ,el señor ,RATO ,TIENE QUE PAGAR X LLEBAR A CAJA MADRID ,DONDE LA A LLEBADO, y con canbiar el nonbre BANKIA, lo soluciona todo ,,ALA CARCEL con este señor ,que no tubo conciencia conlos ahorros de los mayores ,al cual bajo el nonbre de PREFERENTES ,se queda con todo el dinero del pueblo ,SUERTE QUE LA JUSTICIA ,HESTA HECHA A SU ANTOJO ,,MIERDA Y MUCHA PARA ESTOS ,P.P.”.
(Este otro hace su deposición en la página de El País)
“Eres un serdo Aznar, no mereces ni el aire que respiras por haber sido un vil genocida. Dentro de poco se sabra que tú fuiste el maximo responsable de la muerte de 200 personas en los atentados del 11-M, C/abrón!”
(En esta ocasión, nos obsequia sus razonamientos un seguidor de Público). Si prefieren cambiar de tema, y darse una vuelta por la Cumbre Iberoamericana, un seguidor de Libertad Digital les regala los ojos con:
“¿Los sudacas estos dando lecciones de qué, de economía? ¡Cuando ellos tienen a sus propios países en la pura miseria. Cuba, Argentina, Venezuela, Colombia,............................! No me hagan de reir. España está mal, pero tengo la esperanza que este gobierno nos saque de la que nos ha metido el CABRON de Zapatero. No va a ser de la noche a la mañana, pero con el tiempo seguro que saldremos; aunque el lado rojo se empeñe en hacer ver que NO. Mas quisieran algunos paises sudacas estar como nosotros...”.



No sé a ustedes, pero a mí lo anterior me hace daño a los ojos. Digámoslo ya: a los medios –particularmente, a los digitales- se les ha ido la mano con la participación ciudadana. Parecen no existir filtros ni requisitos. Los comentarios bajo las noticias se han convertido en una molesta farfolla; una sucesión de desahogos en su mayor parte locoides, pésimamente redactados y ricos en faltas de ortografía. La información del periodista, generalmente bien preparada y presentada a los lectores, queda “ensuciada” por esa turbamulta que asoma sin permiso, cuyos gritos desaforados escenifican un patio de vecinos grosero y estridente, de esos que mueven a querer mudarse a un chalet.

En realidad, todo parte de un erróneo enfoque de la información en Internet. Entendido siempre como el medio de la inmediatez y la participación, las cabeceras impresas han malinterpretado su paso del papel a la pantalla, y han acabado siendo indiferenciables, en ese sentido, de cualquier portal de pacotilla morado por conspiradores de toda índole. El 99,9% de estos comentarios jamás serían publicados en las versiones impresas de los periódicos. Es más: los responsables de las secciones de opinión de los diarios suelen comentar cómo de difícil es llegar a ver una “carta al director” en sus páginas. Éstas llegan en cantidades ingentes. Sólo unas pocas se salvan de ser desechadas. Para ello, se tienen en cuenta criterios periodísticos, tales como el interés del tema de fondo o la calidad formal del texto. Es lo lógico.

Los medios no deben confundir sus versiones digitales con una región sin ley. El lector merece una selección de los comentarios que realmente sea digna de sus ojos. Da igual qué opiniones se expresen. Pero tienen que estar correctamente escritas, y prescindir por completo de insultos y calumnias. Son una parte demasiado importante en la información -¿quién no ha impreso mal una noticia de la web alguna vez, encontrándose como resultado dos párrafos de texto y cuatro folios de comentarios?- como para estar tan descuidada.

Pero, para ello, harán falta periodistas. Profesionales dispuestos a separar el grano de la paja, encontrar lo interesante y despreciar lo banal o redundante. Y no parece que ahora se esté mucho por la labor.

Así nos va.

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