Suele decirse
que los experimentos deben hacerse con gaseosa. Quizá que ese elemento sea
fundamental para elaborar un tinto de verano nos está diciendo algo. Esa estación,
en radio y televisión, es para los experimentos. En ese segundo medio,
formatos tan importantes como ¡Qué
me dices!, El
Informal, Extra
Rosa, Sabor a ti o El
diario de Patricia empezaron como contenidos estivales que acabaron
reportando notables éxitos a sus cadenas en temporada regular. No es lo
habitual, pero puede suceder. Es lo bueno de experimentar. No todo iba a ser
programación "refrescante". (Quién recuerde la televisión veraniega
durante la década de 1990 sabrá de lo que hablo... programas hechos en
piscinas... actuaciones musicales con público consumiendo coloridos refrescos
de atrezzo... humoristas de la era pre-stand up comedy... en fin, those days are gone).
Lo mismo cabe
decir en la radio. Formatos, voces, duraciones. Programas radicalmente nuevos o
retoques en los ya existentes. Pruebas en una época en la que cambia el hábito
de consumo y no hay Estudio General de Medios.
Esta filosofía
está muy lejos de ser aplicada en Onda Cero Radio. Su esquema veraniego
sigue el mismo patrón desde hace lustros. No tiene sentido. Un programa
eternizado como fórmula estival no sirve de nada. Los agostos suenan rutinarios
en la cadena de Atresmedia. No hay diferencia entre este y el del año pasado. Y
el de hace dos. Y el de hace tres. Y así hasta finales de la pasada década.
Quizá, lo
más destacado del verano de 2015 en San Sebastián de los Reyes esté sucediendo
por las mañanas. Ha pasado algo curioso. Hace tres meses, los directivos de
Atresmedia hicieron un movimiento audaz. Ya que Carlos Herrera les abandonaba
para fichar por su principal competidor, ¿para qué esperar a septiembre? Con
tal motivo, Herrera se despidió antes de la Semana Santa pese a tener un
trimestre más de contrato con la casa. Tras esas vacaciones, tomaron el relevo
Carlos Alsina y Juan Ramón Lucas con un nuevo formato. Y, sin embargo,
pareciera que en agosto hubiese vuelto el extinto Herrera en la Onda. El motivo
es sencillo: asumiendo José Miguel Azpiroz el tramo informativo y Begoña Gómez
de la Fuente el de magacín, el programa Más de uno ha adoptado en agosto el
mismo formato que llevaba años teniendo el programa del almeriense durante sus
vacaciones. (Con todo lo peculiar que son los descansos de Herrera... con casi
todo julio desaparecido y muchas mañanas de agosto dirigiendo la tertulia desde
sus aposentos vacacionales). Todo suena a Herrera, justo ahora que su aventura
en COPE está -ya se ocupan en esa cadena de recordarlo cada dos segundos- a
punto de comenzar. Escuchas a Begoña hablando con Josemi de su veraneo mallorquín
y parece que nada hubiese cambiado. La hora de 10 a 11 vuelve a resultar “fósfora”.
Las voces que acompañan a la conductora son las de los veranos herrerinos. (Arturo
Téllez y Javier Ruiz. Ahora hablamos de ambos). Muy curioso, insistimos. A ver
si todo el esfuerzo de consolidar una oferta durante tres meses se va a venir
abajo por un agosto.
La tarde vuelve
a ser cosa de Arturo Téllez. El asturiano empezó con marca propia pero hace ya
varios veranos que lo suyo se llama JELO (Julia en la Onda) en verano. El
parecido con el formato original de Julia Otero es más dudoso de lo que da a
entender el nombre. Pero bueno, ahí está Eduardo de Vicente hablando de
estrenos de cine, por ejemplo. El programa, qué quieren que les diga, hace ya
varios agostos que dijo todo lo que tenía que decir. Ya sabemos qué da de sí
Téllez. Una voz preciosa, nadie lo dudará. Pero su radio de becarios y noticias
curiosas hace tiempo que está superada.
Avanza la tarde
y la cosa no mejora. En Onda Cero no lo saben, pero lo de prescindir de
informativo nocturno en agosto es algo propio de aquellos tiempos de
actuaciones piscineras en playback que rememorábamos hace unas líneas. Sus
competidoras SER y COPE mantienen sus respectivos Hora 25 y La Linterna con la
duración habitual y con la correspondiente tertulia. Las líneas RDSI (que usan
muchos colaboradores para intervenir desde casa con sonido más cercano al del
estudio que al del teléfono), la amplia red de emisoras de las grandes cadenas
(que permiten a los tertulianos acercarse al micro desde sus lugares de descanso)
y la posibilidad de “tirar” de aquellos que anden por Madrid o de hacer pruebas
con el panel –incorporando nuevas voces- hacen que este género sea
perfectamente viable en agosto. La cantidad de teclas que se pueden tocar ese
mes que luego puedan ser utilizadas durante la temporada regular.
En su lugar,
OCR apuesta por dos programas, La Mirilla y Déjame que te cuente, que raramente
te van a dar claves aprovechables a partir de septiembre. No nos cerramos aquí a
que los informativos de alrededor de cuatro horas con los que las grandes
cadenas han acostumbrado a sus oyentes no puedan tener alternativas. Pero sí
dudamos abiertamente de que éstas puedan ir por aquí. Raquel Sánchez y Eduardo
Yáñez también llevan muchos veranos a sus espaldas haciendo lo mismo. Mucha
entrevista, mucho teléfono, mucha fiesta popular. Todo trillado. Todo
escuchado. Todo sabido. (La Brújula se emite en dos tramos, estrictamente
informativos, entre 20 y 20:30 y entre 23:30 y 00h).
De madrugada se
obra el milagro. Hay un programa. No dos humoristas riéndose de la débil
estructura intelectual de aquellos que les llaman en antena, que es lo que la
casa oferta a esa hora el resto del año. Sino un programa. Con estructura,
guión y secciones. Lo presenta, desde Barcelona, Carles Lamelo, y se llama Noches
de Radio. Lleva ya un lustro demostrando su valía en los meses de agosto. Es un
caso clamoroso: sólo hace falta tener oídos para saber que, sin ser una obra
maestra, su propuesta debería ser la que Onda Cero oferte para toda España en
temporada regular. Y no hay manera. ¿De qué sirve, pues, que llegue verano tras
verano? ¿Para ser conscientes un mes de lo que podría ser esa franja y sufrir
los once restantes? Carece de sentido.
Queda hablar de
Javier Ruiz. Su En Marcha, manufacturado desde Toledo, es un programa que jamás
he escuchado demasiado despierto. Suena igual desde, que yo recuerde, 2008.
Hay esfuerzo por que haya ritmo y, desde luego, existe sintonía entre los
colaboradores. Es de suponer que motivada por los muchos años de trabajo en común.
Sorprende, eso sí, que muchos de ellos hagan largas intervenciones con sonido
telefónico. No estamos ya en esa época. Es un espacio con un punto rural que
tiene su encanto. De ahí a repetirlo verano tras verano hay un abismo.
Tras más de una
década inmersa en una envidiable estabilidad, Onda Cero afronta ahora tiempos
convulsos. Todo el mundo estará pendiente del rendimiento de las grandes
estrellas en las franjas más competitivas. Pero además de eso, deben tenerse en
cuenta otros aspectos a la hora de cimentar una marca radiofónica compacta y
exitosa. Nunca es recomendable dormirse en los laureles. Ya nos lo decían los
profesores al repartirnos tareas con las que no perder la forma durante los
entonces larguísimos meses de calor. Hay que aprovechar el verano.
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EliminarPerdóname Álex pero no es hasta ahora cuando leo tu comentario. Muchas gracias por la molestia. El programa de Luján se llama LA ORILLA, si no me traiciona la memoria.
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