La hoguera de las vanidades

La hoguera de las vanidades

miércoles, 4 de abril de 2012

El referente


Siempre es díficil destacar a alguien sobre el resto. Ponerle de "número uno". Por eso, recurrimos a expresiones como "uno de los..." o "posiblemente el...". Para señalar al más genial referente de la prensa diaria española no había ese problema. Era Antonio Mingote. Precisamente, la condición de "diario" era lo que hacía especial su trabajo. Todos los días, una viñeta. Y en todas ellas, siempre un rasgo de genialidad. Durante más de medio siglo, los lectores de prensa se han despertado con la certeza de que encontrarían un dibujo de Mingote. El genio llenó nuestras vidas de niños despiertos, ancianos sabios, adultos atontados, maridos empequeñecidos frente a sus esposas y estupendas señoras en bikini capaces de resumir, de un plumazo, algún complejo aspecto de la actualidad. Las vamos a echar mucho de menos. Uno puede acostumbrarse a una porción diaria de genialidad. Lo malo es cuando te la quitan.
Antonio Mingote combinaba a las mil maravillas fondo y forma. ¡Qué certeros eran los diálogos de sus personajes! ¡Qué inteligentes reflexiones estaban detrás de sus viñetas! Pero ellos se envolvían en unos dibujos aparentemente sencillos, que estaban llenos de una expresividad. Por eso era un cartelista e ilustrador muy reputado.
Se solía decir que ABC eran él y la grapa. "Gracias de parte de la grapa", creo que contestó una vez. El periódico centenario pierde mucho con la muerte de Mingote. Se rompe el único y más sólido vínculo que lo unía al carácter de cabecera de referencia. El diario no atraviesa su mejor momento. Con demasiada oferta similar en el kiosco -La Razón, de un lado, La Gaceta, del otro- ha optado por una fórmula de portadas escandalosas con las que, suponemos, pretende volver a los tiempos de Anson. Lo malo es que la gracia del académico con los textos brilla por su ausencia. Si no fuera por las columnas de Ignacio Camacho, el talento desbordante de Rosa Belmonte o las críticas de cine de Oti R. Marchante, el periódico estaría instalado en la inanidad. Pero no hablemos de eso ahora. A fin de cuentas, en este momento no importa mucho lo que pase con ABC en el futuro. Para muchos, siempre será el periódico que durante más de medio siglo nos sirvió a diario una viñeta de Antonio Mingote. Y eso ya es suficiente para estarle eternamente agradecido.

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